Entrevista: Lucho Mellera
Con su particular inocencia y una visión infantil sobre los hechos cotidianos, se convirtió en uno de los comediantes de standup más convocantes de Argentina. Se animó a dejar su trabajo como creativo publicitario para pasar de hacer chistes en una oficina a llevarlos a un Luna Park repleto. Contento por el crecimiento del género […]
Con su particular inocencia y una visión infantil sobre los hechos cotidianos, se convirtió en uno de los comediantes de standup más convocantes de Argentina. Se animó a dejar su trabajo como creativo publicitario para pasar de hacer chistes en una oficina a llevarlos a un Luna Park repleto. Contento por el crecimiento del género y por el estreno de “Infantiloide” en Netflix, Lucho Mellera nos cuenta sus sensaciones a diez años desde su comienzo.
Por: Lucas Damián Riggio – Fotos: Pablo Genovesio
¿En qué momento de tu carrera sentís que te encontrás?
No lo pienso muy seguido. Estoy contento, siento que el género creció mucho y estar desde hacer rato me pone en una posición más sólida. El público conoce mucho el standup y muchas veces en la calle me reconocen pero no por ser yo, sino por ser un comediante. Me cabe mucho más que si me dicen: “Mirá, es Lucho”. Cuando yo arranqué había que explicar qué era el standup, ahora está consolidada como un oficio y eso está buenísimo.
¿Qué sentís cuando te dicen que gracias a vos conocieron el standup?
Es flashero. También fue un tema de suerte de haber agarrado la ola cuando estaba empezando a nacer. Eran pocos los comediantes que había. Mis compañeros de trabajo me decían que tenía que hacer standup. Yo apenas sabía lo que era por Seinfeld, Enrique Pinti, Antonio Gasalla… Y cuando fui a ver a Fernando Sanjiao, dije: “Quiero eso. Me veo haciéndolo”. Claramente no lo vi como una forma de vida o laburo pero sí como excusa para hacer reír a mi entorno llevándolo a un lugar más adecuado que una oficina.
¿Siempre te interesó el humor?
Siempre, de una manera seria. Cuando veo algo que me causa mucha gracia por ahí no me río, me quedo viendo cómo lo generó, qué recursos usó, qué camino siguió. El humor como vehículo es muy poderoso. Para mí cualquier tipo de relación está regido por cómo se comparte el humor. De familia, amigos, pareja… El código del humor es de lo más íntimo que puede llegar a compartirse y siempre me fijé mucho en eso.
Cuando eras adolecente y estabas por elegir una carrera, ¿Se te pasaba por la cabeza este presente?
Si me lo decías me hubiera parecido increíble desde lo genial pero no sé si me hubiera sorprendido tanto. Hay algo inherente a la juventud, a la adolescencia, que tiene que ver con la inconsciencia, que es lo que de a poquito la vida misma te va llevando a controlar. Me parece que está buenísimo acudir a eso todo el tiempo, a mandarte un poco. Yo estaba seguro que quería ser psicólogo y arranqué psicología. Más tarde la dejé y me pasé a creatividad publicitaria. Necesitaba una excusa para ser creativo.
¿Cómo fue tu experiencia como creativo publicitario?
La última agencia en la que estuve, estaba re buena. Quedaba a una cuadra de mi casa, el sueldo era buenísimo pero aun así llegaba tarde y terminaba siempre angustiado. Me subían el sueldo, ascendían y demás, pero no me ponía la camiseta. Hasta que leí una frase de Steve Jobs: “Cada mañana mirate al espejo y preguntate si tenés ganas de hacer lo que vas a hacer hoy. Si la respuesta es ´no´, tenés que hacer algo al respecto”. Esa especie de cliché, ese powerpoint que puede mandarte tu tía en Navidad, a mí me marcó. Realmente me di cuenta que no me gustaba lo que estaba haciendo y decidí dedicarme de lleno al standup.
¿Te resultó difícil tomar esa decisión?
Ya me empezaba a ir bien, tenía varios shows y me llamaban de eventos privados. De a poquito empezaba a acercarme un poco al sueldo de la oficina. Hasta que decidí dar un salto de fe y no me arrepiento en absoluto. No sé si puedo recomendarle a todo el mundo que se manden y renuncien a sus trabajos, pero sí que traten de hacer lo posible para no estar angustiados. Hacer lo posible para hacer lo que les gusta.
Este año estrenaste “Infantiloide” en Netflix, ¿qué sensaciones te genera?
Es muy loco. Mucha gente que me conoce de la vida lo vio y me dijo cosas como: “Che, te felicito, no sabía que era para tanto lo que hacías”. Es una validación. Somos pocos los comediantes argentinos en Netflix. Creo que tenemos esa picardía que por ahí nos hace dudosos en algunas cosas pero respecto el humor le da una chispa piola que tiene que ver con la picardía, pensamiento lateral, la no obviedad, la no necesidad de lo escatológico o de lo burdo y se puede lograr una comedia interesante.
Con Lucas Lauriente llenaron el Luna Park en 2016, ¿qué significó ese hecho para el género?
Fue un hito para la comedia. Yo siento que fue una excusa que fuéramos nosotros. Ojo, para mí es un honor que no me lo saca nadie pero siento que el festejo fue del standup en Argentina. No es poca cosa que la gente vaya a ver standup a estadios, es algo que ocurría en otros países. Fue el resultado de un recorrido re piola del género en poco tiempo. El standup, llamado así, es joven en el país.
Por último… Siendo alguien que logra vivir de lo que le gusta, ¿qué podes recomendarle al lector para también cumplir ese sueño?
Cuando estaba en la secundaria tuve a un profesor que me dijo que tenía una buena y mala noticia para nosotros. La mala era que ya no había carreras que te salvaran. Por ende, la buena era que podíamos elegir lo que realmente quisiéramos hacer, total en nivel de dificultad iba a ser el mismo. Creo que eso sigue siendo así de alguna manera. Hacé lo que quieras y encontrale la vuelta para que eso sea tu forma de vida, siempre poniéndole onda.
¿Apareció el unicornio en la ducha?
Sigo gastando jabón pero ya va a aparecer…