Usá el Marote y reciclá
«Podés adquirir una lámpara proveniente de China pero, por más que sea más económica, no sabés en qué condiciones se encuentran los trabajadores que la produjeron ni tampoco qué impacto se generó al importarlas», explica Luciano Bochichio, uno de los fundadores de “Marote”: una organización que desarrolla productos con plásticos reciclados y también máquinas que […]

«Podés adquirir una lámpara proveniente de China pero, por más que sea más económica, no sabés en qué condiciones se encuentran los trabajadores que la produjeron ni tampoco qué impacto se generó al importarlas», explica Luciano Bochichio, uno de los fundadores de “Marote”: una organización que desarrolla productos con plásticos reciclados y también máquinas que ayudan a cooperativas de reciclaje a producir sus propios artículos para la venta.
¿Qué es “Marote”?
Es una organización que genera productos sustentables, los cuales tienen la capacidad de transmitir al consumidor todos los procesos de su creación, consiguiendo así un consumo responsable de plástico. También es una empresa que busca democratizar la tecnología para la creación de productos plásticos y así dotar a las cooperativas que reciclan de maquinarias de uso simple para que puedan fabricar productos finales.
¿Cómo nació el proyecto?
Nace por inquietud personal en el marco de otro proyecto en el que formé parte debido a que no podía llevar a cabo iniciativas personales a causa diferencias en la concepción con los demás socios.
Dejé aquel proyecto, que nació como una tesis de diseño industrial, donde planteamos la idea de dotar de valor a las cooperativas de recuperadores. El objetivo principal era dotarlos de tecnología para que no solo procesen el plástico que reciben de la gente sino que también pudieran generar productos a través de maquinaria simple como, por ejemplo, una inyectora.
¿Cómo es el camino que recorre el plástico hasta ser convertido en un producto de “Marote”?
Las cooperativas de recolectores urbanos donde nosotros adquirimos la materia prima, recogen los desechos plásticos de la ciudad para limpiarlos y reciclarlos. Esto genera no solo un impacto ambiental sino también social y puestos de trabajo. De esta manera al comprar un producto podés conocer la cadena de valor del mismo y no solo guiarte por gusto y el precio. «Podés adquirir una lámpara proveniente de China pero, por más que sea más económica, no sabés en qué condiciones se encuentran los trabajadores que la produjeron ni tampoco qué impacto se generó al importarlas»,; generalmente viajan meses en barco.
¿Por qué es importante dotar de tecnología a las cooperativas de reciclado de plástico?
Porque las inyectoras de plástico suelen ser tecnología muy cara y además de compleja utilización provocando así que las plantas de reciclaje solo puedan vender el plástico limpio y listo para utilizar nuevamente. Nosotros diseñamos dos máquinas: una inyectora que te permite a través de un proceso muy sencillo transformar el plástico en productos pequeños como tazas, fundas para teléfonos, entre otras cosas, y una rotomoldeadora que permite fabricar elementos más grandes como tachos de basura, bancos etc. Las mismas están diseñadas para ser de muy fácil utilización para que cualquier persona las pueda maniobrar.
¿Solo trabajan en la provincia de Buenos Aires?
Nuestro objetivo es transferir la tecnología al interior del país. Allí el plástico se consume en grandes cantidades traído desde las grandes urbes hasta los pueblos más remotos y luego se descarta casi siempre en basurales. La mayoría de las plantas recicladoras se encuentran en grandes ciudades y el traslado del material es caro y contaminante porque se realiza en camión lo que forma una huella de carbono considerable. Colocar pequeñas plantas de reciclaje en el interior del país es una acción de baja inversión y permite que los plásticos sean procesados en origen.
¿Con qué clientes trabajan?
Estamos terminando de ajustar una nueva matriz para el municipio de Pergamino que nos compró un lote de diez tachos de basura con la promesa de adquirir noventa más si satisfacen las necesidades. Es importantísimo que los municipios apoyen este tipo de iniciativas porque así incitan a los vecinos a reciclar. Es más fácil cuando la gente ve los resultados de su trabajo al separar los materiales reciclables. Para nosotros va a significar una imagen impagable ver nuestros productos ubicados en un espacio público a menos de tres meses de iniciado el proyecto.
¿Por qué no existen normativas más fuertes para que la gente pueda saber si compra plástico reciclado?
Hay muchas leyes que apoyan el reciclado en Argentina por más que muchas veces no se cumplan. Nuestro país toma nota de las directivas que se emanan desde la ONU y desde el estado se apoyan cada vez más los proyectos como el nuestro. Se está trabajando en un sello distintivo que destaque los productos que son fabricados de manera sustentable y ecológica, pero por el momento no existe. Lo que sí existe es el sello que indica que el plástico de determinado producto se puede reciclar.
Nosotros apoyamos la Agenda de Desarrollo Sostenible de la ONU y el doceavo objetivo es parte de nuestra filosofía.
¿En qué consiste la Agenda de la ONU hacia el 2030?
Es una agenda que desarrolló la ONU para el desarrollo sostenible que contiene un plan de acción a favor de las personas, el planeta y la prosperidad, que también tiene la intención de fortalecer la paz universal y el acceso a la justicia. Esta agenda contiene 18 objetivos con sus respectivas metas dependiendo el país. Nosotros adherimos a todos pero puntualmente al doceavo que es el referente a la producción y consumo responsable. El mismo propone incentivar y educar a la gente para que al momento de comprar un producto tome en cuenta un montón de cosas más que el precio y el gusto personal.
¿Hay algún tipo de actividad que la cuarentena no haya permitido llevar a cabo?
Si, uno de los objetivos de “Marote” es ayudar a informar a los ciudadanos acerca del reciclado y poder generar así una conducta sustentable en la población. No pudimos llevar a cabo todavía una serie de talleres que teníamos pensado hacer. La idea es que la gente traiga a la fábrica sus propios reciclables, como botellas de shampoo, tapitas o bolsas y que después de un curso de separado y limpieza puedan colocarlos en las máquinas para triturarlos y transformarlos en un producto nuevo. Así, más allá de ser una actividad lúdica y de ocio, los participantes pueden llevarse orgullosos un producto fabricado con plástico recuperado.
¿Qué le depara el futuro a “Marote”?
Por el momento estamos gestionando crear en el municipio de Saladillo un polo de recepción del plástico que generan todas las ciudades vecinas. Al colocarnos cerca de las mismas, los costos de traslado del material se reducen mucho y podemos comprar los plásticos a un precio mucho más beneficioso para los recolectores; casi el doble del que lo venden hoy en día. Así generamos un mayor impacto en la zona, más ingreso para esas organizaciones y más incentivos para que las ciudades del interior comiencen a reciclar.
Por Lucio Ocamica