“Can Can”: el club de la animación
Por Lucio Ocamica «Hay que regar la plantita que quieras que crezca. Si le ponés ganas y sobre todo trabajo podés alcanzar eso que te gusta hacer". Ese es el espíritu que reflejan tanto “Becho” (Manuel Lo Bianco) como “Mab” (Mariano Bergara), dos animadores que se dedican principalmente a la técnica stop motion que consiste […]
Por Lucio Ocamica
«Hay que regar la plantita que quieras que crezca. Si le ponés ganas y sobre todo trabajo podés
alcanzar eso que te gusta hacer". Ese es el espíritu que reflejan tanto “Becho” (Manuel Lo Bianco)
como “Mab” (Mariano Bergara), dos animadores que se dedican principalmente a la técnica stop
motion que consiste en aparentar el movimiento de objetos estáticos por medio de una serie de
imágenes fijas sucesivas. Ambos fueron recientemente galardonados nada menos que con los
premios Webby a lo mejor de internet por su animación “Tasty Truths” para la campaña
estadounidense “Got Milk?” que promueve el consumo de leche de vaca. A continuación, un mano
a mano con los creadores de “Can Can Club”, una productora audiovisual especializada en
animación.
¿Cómo comenzó “Can Can Club”?
B: Surge como un deseo y una necesidad al mismo tiempo. Con “Mab” nos dimos cuenta que
queríamos animar pero no había muchos lugares donde ir a tocar la puerta. Las vueltas de la vida
nos reunieron en un estudio para el corto de Javier Mrad, Teclópolis. Empezamos a soñar con hacer
trabajos para otros y prestar servicio. Vimos la veta comercial.
M: Sí, nos conocimos previamente en la Facultad de Arquitectura Diseño y Urbanismo de la UBA
pero el grupo que se congregó en Teclópolis se fue enriqueciendo. Consolidamos un grupo de
trabajo que es una familia.
¿Cómo surge el nombre de la productora?
B: Se le ocurrió a un amigo en plena búsqueda de nombres. Para mí lo más significativo es que
elegimos ponerle “Can Can Club” y, no por ejemplo, “Can Can Films”. Eso intenta decir algo. El
espíritu que sentimos acá es de club, familia y amigos. No tanto el de una productora o
cinematográfica.
M: Tiene un montón de connotaciones. Hace referencia a un perro. El estudio en el que nos
encontramos ahora fue una fábrica de medias, aunque no hacía medias de cancán. Sobre todo
resuena con el verbo “Can” en inglés que es muy positivo. Significa que podemos lograr lo que nos
proponemos.
Como dicen en su perfil de Facebook, ¿pueden darle vida a cualquier cosa?
B: Sí, obvio. Quizás puede no estar tan bueno hacerlo, pero lo hacemos. Una vez le dimos vida a unos
panes lactales. Después ves qué tanto jugo le podés sacar al objeto a animar. Pero hemos hecho
agua, fuego, panes, tortas, queso, pizza, cámaras de cine…
¿De qué depende la cantidad de poses o cuadros que hacen para animar?
M: La animación se pone tan buena como quieras que esté. Nosotros hacemos lo mejor posible
apuntando al virtuosismo. Hacemos un estándar mínimo de 12 cuadros por segundo en cada
animación, para cada movimiento. Hasta algunas veces hacemos 25 o 30 cuadros por segundo. Todo
depende de la calidad que quieras que tenga la animación.
¿Por qué animar en stop motion en vez de otra técnica?
B: Yo estudié Imagen y Sonido, la carrera es muy amplia. Ahí me enamoré de los rodajes. Hacer stop
motion es hacer un micro-rodaje. Tenés que armar un pequeño set con pequeños muñecos que son
actores a través de los movimientos que les das y una dirección de fotografía y de arte. Eso tiene
magia y tiene que ver con hacer cine.
M: Es la técnica más accesible de animación. Es la más directa, la más satisfactoria para crear una
película. Aunque no es la más fácil, los resultados están a la vista enseguida. En otras técnicas tienen
que pasar muchísimos procesos para llegar al resultado final.
¿Cómo fue ganar los Webby?
B: Fue re lindo y un poco inesperado estar compitiendo y ser seleccionado. Estoy enamorado del
trabajo en sí, no tanto del premio. Le pusimos un amor especial. Hacemos muchos comerciales por
año y no todos nos dejan enamorados. Ese fue uno de los proyectos que más nos gustó. Tuvimos
muchísima libertad creativa y una comunicación muy fluida con la agencia. El equipo con el que
trabajamos fue soñado.
M: Fue algo muy hermoso. Sin quitarle relevancia a los premios, lo mejor fue la reacción de la gente.
Mucha gente que no conocía nos escribió y nos dijo que querían que ganemos, que nos votaron y
que admiraban el trabajo que hacíamos. Ese fue un motivo muy grande de alegría para nosotros.
¿Significó un reconocimiento para su trabajo?
B: Para hacerla tuvimos que acceder previamente a realizar un trabajo que nos iba a dejar una
ganancia mínima. Lo llevamos a cabo para que desde “Got Milk?” vieran lo que podíamos hacer en
plastilina, objeto con el que no habíamos trabajado mucho pero que teníamos muchas ganas de
usar.
M: Sí, en mi caso siempre tuve la sensación de haber llegado tarde al medio. De chico me gustaba
mucho dibujar y siempre supe que algo de la animación me atraía pero siguiendo mandatos
familiares entré a estudiar odontología y hasta que me decidí a cambiar de carrera pasaron tres
años. “Tasty Truths”, el trabajo que hicimos para “Got Milk?”, nos llevó a ganar los Webbys y
significa para mí un reconocimiento del camino transcurrido. Cuando sos chico, tenés que enfocarte
en regar la plantita que querés que crezca. Si le ponés trabajo vas a lograr frutos.
¿Cuáles consejos le pueden dar a quien desea dedicarse a la producción de animación?
B: Hay que divertirse y apasionarse por lo que hacés. Si te volvés bueno vas a conseguir trabajo a
donde vayas porque la gente va a querer trabajar con vos. No siempre es lindo trabajar de esto, hay
veces que te frustras y te enojás, pero cuando terminás el trabajo, por lo general, sentís una
satisfacción y un amor por el resultado que supera todo.
M: Para mí el pensamiento se encuentra entre dos frases célebres. Una de Confuncio: “Encontrá el
oficio que te guste y no trabajarás ni un día de tu vida”. La otra de Bukowski: “ Encontrá el oficio que
te guste y dejalo que te mate”.