GASTÓN SOFFRITTI – ACTOR DE SUS PROPIOS SUEÑOS
¿Cómo encontró su vocación Gastón Soffritti? Pareciera que los números no dan: con tan solo 23 años, Gastón ya tiene 14 de carrera actoral. Pasando por grandes hits de la tele como Floricienta o Patito feo, la consagración llegó con Graduados, pero decidió no conformarse. Hoy, tiene su propia productora, Blackwing, y logró poner en […]
¿Cómo encontró su vocación Gastón Soffritti?
Pareciera que los números no dan: con tan solo 23 años, Gastón ya tiene 14 de carrera actoral. Pasando por grandes hits de la tele como Floricienta o Patito feo, la consagración llegó con Graduados, pero decidió no conformarse. Hoy, tiene su propia productora, Blackwing, y logró poner en pie su primera obra de teatro autogestionada: Sexo con extraños . Entre las butacas del teatro, nos sentamos a charlar con él para saber cómo es tener una vocación desde tan chico, enfrentar el mundo adulto y madurar en el (exitoso) intento.
por Antonella Orlando – fotos: Pablo Genovesio
¿Cuál es el balance de esta primera mitad de año?
Realmente muy contento por lo todo lo que se hizo. Si bien la productora tiene un solo producto que es esta obra, planea desarrollar otros y estamos encaminados. Vemos la buena respuesta del público que sigue viniendo. Gracias a ellos renovamos contrato por unos meses más. Durante casi un año y medio le pusimos todo el esfuerzo para que esto se llevara a cabo y lo logramos.
Muchos no pueden creer que seas Matías de Patito feo. Han pasado tantas cosas. ¿Cómo te sentís con tu crecimiento profesional?
Cada paso lo tomé con responsabilidad. Empecé desde muy chico, a los nueve años, después estuvo el salto con Patito feo, y ni hablar de Graduados. Y ahora estoy transitando este. Para mí, es el más significativo porque salgo un poco de la carrera de actor. Autogestionarme y producirme es algo que no tiene nada que ver con lo que venía haciendo. Estoy metido en este otro mundo que es muy interesante y te abre muchas puertas. Ahora entiendo desde este lado qué necesita el actor.
¿Tuviste dudas antes de comenzar esta etapa? Otros pueden decir que sos muy joven, que tenías que disfrutar el éxito…
A mí me gusta más el teatro, lo elegiría toda la vida. Más allá de que me haya ido bien en la tele, si me quedaba ahí hubiera elegido la comodidad y no es algo que me gusta mucho. Prefiero desafiarme. Con el tema de la productora nunca dudé y creo que eso fue la gran clave de todo. Obviamente que tuve miedo al fracaso, pero nunca dudé de que se podía dar. Muchas veces te vas a dormir y pensás: “¿Y ahora? ¿Qué va a pasar?”. Pero está bueno no conformarse, porque si no te aburrís. Uno tiene que saber que siempre hay algo más. Hay que ser como un mago… sacar todo el tiempo cosas de la manga.
¿Qué sentiste cuando te fuiste a dormir después de la primera función?
La noche del estreno de prensa, que fue una semana después del estreno oficial de la obra, recién empecé a caer. Llegué a mi casa, cerré la puerta y lloré como una hora. No había podido descargar nada y tampoco me había dado cuenta de lo que me estaba pasando. Lloraba de alegría y estaba muy contento, pero me lo guardé para mí.
Desde muy chico estás en este mundo y seguramente en algunos momentos dudaste de seguir. ¿Recordás alguno?
A los 12 años dije: “No lo hago más”. Me perdía de cumpleaños, de jugar al fútbol, de hacer muchas cosas que me gustaban y formaban parte de la vida de un chico. Desde muy pequeño le pedí a mi mamá de ir a castings y probar, y ella me preguntaba todo el tiempo si estaba seguro y yo nunca dudada. Pero la verdad es que mi vida fue distinta a la de otros chicos. Y lo sentí muchísimo con el éxito de Patito feo… Viajar por todos lados, hacer giras y miles de funciones. Una vez fui a México de gira y Iron Maiden hacían un solo show y nosotros tres. Me di cuenta que algo no estaba bien (risas). Yo era fanático de ellos y hacía más funciones. Era muy loco todo.
¿Qué te enseñó todo este tiempo dentro del mundo artístico?
Algunas veces siento que tengo como 50 años, pero en realidad tengo 23. Algunos periodistas me dicen: “Con tu corta carrera…”. Y la verdad es que debería ser “con tu corta vida” (risas). Esos 14 años que pasaron para llegar hasta acá me dieron muchas experiencias, momentos lindos y feos. Creo que siempre aprendí más de las situaciones donde la pasé peor, porque me ayudaban a tener el registro de que lo malo también existía y no todo era espectacular como desde afuera me decían. Cuando terminé de hacer Graduados me asusté mucho, porque no sabía qué iba a ser de mi futuro. Llegaba a casa y pensaba: “¿Qué más va a pasar?”. Fue muy fuerte. Creo que tuve la suerte, y no tanto, de caer en programas muy exitosos. Cuando terminan hay una caída libre muy grande, y si no estás bien plantado, te la podés dar feo. Ahí entendía, con todas las diferencias y a otra escala, lo que le pasaba a los pibes de Hollywood o Broadway que se les volaba la cabeza cuando terminaban algo muy exitoso. Por suerte, tengo amigos del medio que me ayudaron mucho. Santiago Ramundo es uno de mis grandes amigos y es como un hermano mayor. Mi familia siempre me contuvo, y por suerte tengo amigos que son muy sanos. Y en los últimos tres años, mi gran guía se llama Claudia. Hago biocodifcación con ella para alinear la energía y eso me mantiene en línea.
¿Cómo llegaste a tomar esa decisión?
Me empecé a dar cuenta que estaba muy mal y angustiado. No me podía quedar con eso dentro, ni ser tan orgulloso de querer curarme solo cuando tenía miedo por el futuro y me agarraba pánico. Tenía que darle una vuelta de tuerca a mi vida. Ella es una guía genial y básicamente lo que hace es mantenerte en el presente, ni ir para atrás ni para adelante.
Quedándonos en el presente, ¿qué cosas tratás de vivir hoy que antes no podías?
Los pequeños momentos. Cuando salgo a comer con mi novia, intento estar ahí, en ese lugar. Me cuesta mucho dejar de estar pendiente del teléfono para ver si pasó algo con la productora. Porque no es que salgo de acá y se terminó mi laburo. Juego al golf los fines de semana con mis amigos y eso me desconecta mucho. También disfruto de ir a la cancha a ver a San Lorenzo y compartirlo con mi viejo. Con la Copa Libertadores tuve un montón de festejo (risas). Ese evento no me lo podía perder. Fue un gran ejemplo de vivir el presente. Capaz que si me hubiera pasado antes, no lo hubiera aprovechado.
¿Qué es la vocación para vos?
Es hacer lo que sentís y estar guiado por la pasión, como dice el título de la revista. Y le tenés que dar bola y poner todo, pero sin dejarte de lado a vos mismo, sin abandonarte en el proceso. Muchas veces, por hacer algo dejás de darle importancia al vehículo. Y si no hay vehículo, no hay nada. Hay que tener en cuenta eso. Si hiciera foco solo en las críticas malas tendría un problema gigante, porque siempre van a existir. Pero por suerte en el teatro es todo muy subjetivo; cada persona puede decirte algo distinto y lo acepto. Y en el caso que haya algún comentario que a mí me esté haciendo ruido, es porque me va a servir. Pero para avanzar, tengo que darle bola a mi cuerpo y mente. Por eso voy a la decodificadora, intento no estar contracturado y voy al masajista. También hago gimnasio para cuidarme y trato de comer y dormir bien. Hay veces que estoy tan enganchado en lo que hago que son las cuatro de la tarde y no comí, y digo: “Che, bancá. Eso está mal”.
Hay un montón de chicos que leen la revista, tienen muchos intereses y no saben para dónde ir. ¿Qué le dirías?
Que no duden e indaguen en qué los hace feliz. Por más difícil que sea algo, no hay nada que no se pueda conseguir. El límite lo pone la cabeza de uno. Les diría que si creen en algo, lo van a crear. Hace mucho que estoy en esto, pero con la productora me estaba metiendo en algo diferente. Pensaba todo el tiempo: “Pero no tengo plata para hacerlo, no estoy metido en el medio del teatro”. No dudé y funcionó. Obvio que la suerte también jugó un papel, pero creo que hay algo energético que si vos ponés la cabeza en lo que querés y le das bola a lo que sentís y no lo que pensás, las cosas salen. Porque también hay que tener presente que muchas veces la cabeza te traiciona. Creo que me guío más por instinto, de la misma forma que hacen los animales. Uno interiormente sabe para dónde ir, por más que piense que no.