Fortalezas impensadas
Uno de los grandes puntos de arranque para decidirse por una carrera es considerar aquello en lo que sos fuerte y te desarrollás de forma competente y aquello en lo que no. Pero si te interesa una carrera muy distinta a tu recorrido en el colegio y/o actividades extracurriculares, ¿deberías tenerla en cuenta por más […]
Uno de los grandes puntos de arranque para decidirse por una carrera es considerar aquello en lo que sos fuerte y te desarrollás de forma competente y aquello en lo que no. Pero si te interesa una carrera muy distinta a tu recorrido en el colegio y/o actividades extracurriculares, ¿deberías tenerla en cuenta por más que te guste mucho? En esta nota reflexionamos sobre cómo probarse a uno mismo y ver si estos “puntos débiles” no se pueden transformar en algo positivo.
por Antonella Orlando
Uno de los grandes ejercicios para reflexionar sobre la elección de carrera es ver en qué sos bueno. Eso te facilitaría mucho trecho del camino universitario y te permitiría enfocarte en características y hábitos ya desarrollados que solo deberías elevar de nivel y complementar. Pero seguramente, muchos son los que están leyendo esta nota y no piensan lo mismo: siempre tuvieron intereses fuera de sus áreas de confort, pero nunca experimentaron por falta de tiempo, dudas personales, o incluso presión familiar. ¿Qué asegura que puedas sentirte a gusto con una carrera en lo que ya sabés que sos bueno? ¿Qué asegura que no seas bueno en otra cosa y vos no lo sepas?
Este es el momento del año para poner a prueba todas esas dudas. Si todavía no sabés qué vas a hacer en el 2016, tomalo como una posibilidad para acercarte lo más posible a la vocación que tenés dentro, independientemente de las voces que te dicen: “Pero a vos te iría bien en Economía” o “Te resulta fácil Biología, deberías seguir algo relacionado con eso”. Por ejemplo, si siempre te resultaron fáciles las ciencias exactas, pero no te ves trabajando como ingeniero y siempre te gustó la cocina, ¿por qué no probás haciendo un curso breve de gastronomía? La idea es que experimentes a pleno esa curiosidad y veas cómo te sentís. En épocas donde tus amigos preparan los exámenes de ingreso a la universidad o ya están recontra seguros de su decisión, vos pensá que tu camino es exclusivamente tuyo y debés serle fiel a eso que te moviliza interiormente. ¡No te angusties!
Muchas veces, eso que te moviliza se ha reservado solo para los pasatiempos, como si algo que siempre te gustó no tuviera cabida en la vida estudiantil. Ese precepto es absurdo y hay que tratar de cambiarlo. Si estás entre dos carreras, una más “segura” y avalada por tu círculo íntimo, y otra más “jugada” que te llama bastante, lo importante es no preguntarse dentro de cinco años: “Qué hubiera pasado si…”. Obviamente, el “trauma” de cambiarse de carrera dejó de vivirse como tal y ya no es tabú tomar esa decisión. Pero existen muchas otras historias de chicos que ya están tan metidos en la carrera que prefieren terminarla y trabajar de eso, que comenzar nuevamente.
En la nueva vida universitaria que arrancarán el año que viene, van a ponerse a prueba todo el tiempo. Los miedos por los exámenes ya no van a sentirse de la misma manera, la presión para te vaya bien en algo que elegiste será muy grande. Tal vez, una manera de ir entrenándose es probarse con anticipación. Seguramente, hay algo que siempre te hubiera gustado intentar pero nunca te tiraste el lance por miedo. ¿Qué mejor momento que ahora para ir hacia adelante? Ponerse a prueba está bueno mientras no lo vivamos como algo traumático.
Entonces, no te dejes abrumar por el calendario que se te viene encima. Si sos exigente en el colegio y sentís que debés mantener el nivel académico a rajatabla y no hay posibilidad de relajarse, tomá nota (lo decimos por experiencia): no hay necesidad de seguir cumpliendo con el 10 en el boletín. Si querés dedicarle tiempo a otra cosa que no sea estudiar constantemente y va en la línea de resolver tus dudas universitarias, hacelo. El colegio ya casi forma parte del pasado y es importante mirar hacia el futuro y allí delante es donde están tus posibles carreras. Y si por el contrario, te vas al otro extremo y pensás que estos van a ser los últimos fines de semana de tu vida entera y que tenés que salir lo más posible, ojo: si te gustaría dedicarle un sábado a alguna actividad aparte y sin tus amigos, probá.
Este es el momento para decir: “Yo elijo…” y llenar esa frase con lo que más nos guste. Posiblemente, durante el colegio fuiste tan bueno en determinadas asignaturas que elegir una carrera vinculada a ellas resulta natural. Pero está bueno pensar que hacer un paso en otra dirección nos permite armar nuevos caminos y que en ellos, probablemente, encontremos sorpresas y relevaciones inesperadas. La idea es tener cada vez más respuestas que dudas y solo vos podés cambiar eso. Por eso, durante estos meses experimentá lo más que puedas para que la decisión final de tu elección de carrera sea a plena conciencia.
Para reflexionar
En su libro Yo respiro (2011), Soledad Simond trata mucho sobre la capacidad de cambio que todos tenemos y que siempre entra en conflicto con las resistencias que sentimos día a día. Este ejercicio del capítulo cinco es muy bueno para pensar lo que charlamos en esta nota:
- Si tuvieras que enumerar las cinco áreas más importantes de tu vida hoy, ¿cuáles serían? ¿Por qué?
- Una vez hecho el listado, ubicá las cinco áreas en un gráfico de torta, según el grado de dedicación que les das en la actualidad.
- Finalizado el punto anterior, pensá: ¿es así como deseás que esté distribuido tu interés y atención sobre cada uno de estos aspectos de tu vida? ¿Por qué? De no ser así, ¿cómo dibujarías esta torta sin olvidar el factor de la realidad? ¿Qué hace falta para lograrlo?