En sus marcas, listos, om….
Empieza el último tramo de exámenes y entregas en el colegio. Y muchos ya están pensando en los de ingreso para las universidades o en cómo van a encarar el primer año de la facu. Acá les dejamos algunas técnicas, consejos y aplicaciones que les pueden servir para concentrarse y estudiar mejor. CONSEJOS Ejercitá tu […]
Empieza el último tramo de exámenes y entregas en el colegio. Y muchos ya están pensando en los de ingreso para las universidades o en cómo van a encarar el primer año de la facu. Acá les dejamos algunas técnicas, consejos y aplicaciones que les pueden servir para concentrarse y estudiar mejor.
CONSEJOS
Ejercitá tu metacognición
Lo clave para mejorar nuestro rendimiento y sentirnos más tranquilos es identificar qué cosas funcionan mejor en nuestro proceso de aprendizaje y tratar de replicarlas en todas las oportunidades. Cada persona tiene sus propios factores distractivos y tiempos de cansancio. La metacognición es el pensamiento estratégico para utilizar y regular la propia actividad de aprendizaje y habituarse a reflexionar sobre el propio conocimiento.
Entonces, lo que plantea la metacognición es la necesidad de saber qué (objetivos) se quiere conseguir y saber cómo se lo consigue (estrategia). Por más que para muchos de tus amigos funcione “x” consejo, probablemente para vos funcione otro. La clave está en tomar cada instancia de examen, entrega de algún trabajo o aprendizaje de algo nuevo, como un momento para analizar el mejor camino para llegar a nuestra meta.
Cuatro herramientas
A la hora de fijar conceptos e ideas para un examen, muchas veces es difícil sostener la atención cuando se intenta estudiar de memoria. Lo mejor es atacar los apuntes por otro lado y probar haciendo:
– Diferenciación progresiva: el aprendizaje es más efectivo cuando la nueva información se presenta comenzando por los conceptos y proposiciones más generales y terminando por los más específicos o más explícitos.
– Reconciliación integradora: es mejor organizar un método de estudio que favorezca la integración y encadenamiento de conceptos que parecieran no estar relacionados. Así, vas a poder tejer redes de relaciones mucho más ricas y no sentirte desestabilizado ante una pregunta difícil de un examen.
– Mapas y tarjetas: la memoria fotográfica es una gran ayuda, sobre todo cuando tenemos que prepararnos para exámenes con excesivas cantidades de información, que parece imposible filtrar. Hacerse tarjetas con los conceptos principales permite estudiar de forma más metódica y clara. Además, hacerse tarjetas con preguntas posibles de examen permite que verbalicemos las respuestas y corrijamos nuestros errores.
– Usá herramientas nemotécnicas. Centralizate en un dato importante del estudio y transformalo en una frase, un símbolo o una palabra que sólo tenga significado para vos.
Tomate descansos periódicos de TODO
Si no tenés tiempo o no te gusta hacer alguna disciplina relacionada con la meditación, al cuerpo sí o sí hay que darle descanso igual. No estés más de una hora seguida estudiando. Eso genera tedio, cansancio y ganas de terminar. Cada una hora, tomate 10 minutos para descansar, sin caer en la tentación de ver las redes sociales, el celular o prender la tele. Aislarse de todo, cerrar los ojos y relajarse sin dormirse le sirve al cerebro y al cuerpo para descansar. ¿Un consejo? Planificá tus descansos colocando alarmas. Si tus descansos son planeados, es menos probable que los evites y/o tardes más tiempo del necesario haciendo un poco de fiaca.
Si te estás durmiendo, ¡activá!
Si te estás aburriendo, durmiendo sentado o pensando cómo te gustaría tirarte en la cama, lo mejor es levantarse y hacer breves ejercicios por unos minutos. Eso permite que tu cuerpo se vuelva a acomodar y no sientas dolores de espalda, rodillas y cuello, típicos de un estudiante. Además, el movimiento bombea sangre al corazón y revitaliza el cuerpo. No olvides estirarte y mover todas las extremidades. En este caso, los mejores ejercicios son las sentadillas y estocadas.
Reorientá el GPS
Si estás preparando dos materias al mismo tiempo o tenés diversas entregas de trabajos prácticos, lo mejor es no “empacarse” con un tema en particular. Si ves que algo es difícil y no podés solucionarlo en el momento, no te angusties y redireccioná toda esa energía hacia otro trabajo para renovar la motivación.
Sentidos atentos
La concentración se ve facilitada cuando se utilizan varios sentidos. Dicen que es más fácil recordar una película que una conversación por teléfono, porque la peli no sólo la oímos sino que también la vemos. Un método que usan muchas personas sin darse cuenta, pero que sirve si se entrena y se hace a conciencia, es visualizar lo que estamos estudiando. ¿Cuántas veces recordamos un concepto por una imagen a la cuál lo hemos asociado?
Panza llena, cerebro contento
Todos recurren a las bebidas energizantes y el café para mantenerse despiertos. Pero la realidad es que si bien parecen un cachetazo en la cara que nos sirve para seguir, no le hacen bien al cuerpo. La clave para fomentar la concentración es estar hidratado tomando mucha agua, y mantener el cuerpo con energías comiendo frutas secas, como las nueces y las almendras. Estas y otras semillas contienen tirosina, un aminoácido que estimula la agudeza mental y potencia la actividad cerebral y la concentración. Otros alimentos que poseen el mismo aminoácido son: la zanahoria, la palta, la manzana, los espárragos y la espinaca (el mito de Popeye es cierto). ¡Jamás estudiar con hambre por más cerrado que tengamos el estómago! El cuerpo es una máquina y para que el cerebro funcione, necesitamos toda la nafta posible.