CAMBIAR EL MUNDO… DESDE EL AULA
Mucho se habla sobre la necesidad de cuidar el ambiente que nos rodea. Pero cuando de acciones y soluciones se trata frente a problemas como el cambio climático, los adultos se sientan a negociar sin escuchar ni hacer partícipes a las generaciones más jóvenes. Por suerte, algunos comenzaron a darse cuenta que el camino debía […]
Mucho se habla sobre la necesidad de cuidar el ambiente que nos rodea. Pero cuando de acciones y soluciones se trata frente a problemas como el cambio climático, los adultos se sientan a negociar sin escuchar ni hacer partícipes a las generaciones más jóvenes. Por suerte, algunos comenzaron a darse cuenta que el camino debía ser otro: que está justamente en esa juventud la posibilidad de empezar a revertir la situación y que incluso puede iniciarse en las propias instituciones educativas. Desde Abu Dabi (sí, el otro lado del mundo), un ejemplo triunfador que emociona e invita a hacer más.
Por Tais Gadea Lara
Desde Abu Dabi, Emiratos Árabes Unidos
Los científicos ya han sido claros. Vivimos en tiempos difíciles. El cambio climático es una realidad y sus impactos no distinguen de locación, posición económica o clase social: nos afecta a todos. Sin entrar en detalle con cifras alarmantes, pronósticos casi apocalípticos o hasta el análisis sobre la mirada de quienes niegan el hecho de que la actividad del hombre sea la causa, directa e indirecta, del problema; estamos ante un momento histórico. Y como todo, hay una buena y una mala.
Empecemos por el lado negativo: somos la primera generación en la historia que vive en carne propia los efectos del cambio climático. Lluvias más frecuentes e intensas, incendios ante procesos de sequías, extremadas temperaturas elevadas y bajas según el verano y el invierno. Lo sentimos, lo vivimos, lo sufrimos. Es una realidad. Sabemos que hay un problema.
Vayamos ahora entonces al otro lado de la cuestión: somos la generación que puede revertir el problema. ¡Sí, buena noticia! Para ello es necesario que comencemos a actuar. No importa cuán pequeña creamos que sea la acción, no importa si a veces pensemos que resulte insignificante. Todo suma, todo al final tiene un impacto positivo.
La acción frente al cambio climático nos lleva a la celebración de la Semana de la Sustentabilidad en Abu Dabi, capital de los Emiratos Árabes Unidos (EAU). Los EAU son conocidos mundialmente por ser líderes en la producción de combustibles fósiles, principalmente petróleo, la actividad que más incide en el cambio climático. Sin embargo, conscientes del problema y de la necesidad de cambiar, hoy se encuentran también liderando la transición hacia las energías renovables (es decir, aquellas provenientes de fuentes ilimitadas como el sol o el viento).
En el marco de esa semana de enero de este año, hubo dos eventos de relevancia: la 7° edición de la Asamblea de la Asociación Internacional de Energías Renovables (IRENA) y el World Future Energy Summit (WFES). En ambos, el foco estuvo puesto no en el problema sino en la acción. En cómo se está trabajando y cómo se debe trabajar para garantizar un futuro (y ya casi presente) más amigable con el ambiente. “La Asamblea de IRENA demostró que la transición hacia un nuevo sistema energético está ocurriendo”, aseguró Adnan Z. Amin, director general de la asociación. La acción entre los distintos actores es la clave, y así también se mostró en la ceremonia de apertura del WFES con la entrega del Premio Zayed Energía del Futuro (Zayed Future Energy Prize).
El reconocimiento para ayudar
Son muchos los actores que, en distintas partes del mundo, están trabajando para cuidar el planeta con eje en la promoción de las energías renovables. La compañía Masdar, especializada en este tipo de energía, lo sabe y por ello otorga desde hace 10 año un premio que busca reconocer a grandes empresas, pequeñas y medianas empresas (Pymes) y organizaciones sin ánimo de lucro por su labor al respecto. Pero hay una categoría que es diferencial en el galardón: las Escuelas Globales de Secundaria.
Aquí no se trata de un premio por el trabajo realizado en el pasado, sino que se otorga el dinero necesario para que los estudiantes de escuelas de cada uno de los continentes puedan poner en práctica un proyecto que hayan desarrollado en sus aulas para cuidar el ambiente. Las posibilidades son múltiples, los ejes que no deben perderse de vista para competir son: uso de las energías renovables, una idea pensada por y para los alumnos, un impacto positivo en la escuela y en la comunidad en la que se encuentra.
¿Quiénes resultaron ganadores y por qué? Por Oceanía, la Houonville Highschool de Australia que construirá un centro de investigación basado en energías renovables. Por Asia, la Green School Bali de Indonesia que desarrollará baterías reusables mejorará el acceso general a la electricidad en la comunidad. Por África, la Starehe Girls Centre & School de Kenia que reducirá sus emisiones de carbono y ayudará a que más niñas puedan estudiar en su institución. Por Europa, la Belvedere College de Irlanda que producirá alimentos a partir de fuentes renovables. ¿Y por el continente americano? Ahí América Latina se hizo presente y con un país vecino.
El triunfo latinoamericano
Alegre y nerviosa a la vez, así se la podía ver a Keyla Torres Villalba minutos después de haber recibido el Premio Zayed. La joven de 16 años fue quien representó a sus compañeros, desde Bolivia a Abu Dabi, para enterarse en la mañana del mundo árabe que sí, su proyecto podría concretarse. La Unidad Educativa Sagrado Corazón 4 obtuvo el galardón en el continente americano y llenó de orgullo a más de un latino presente en el evento.
¿En qué consiste su proyecto triunfador? Keyla lo explica de esta manera: “El proyecto se basa en dos elementos de la naturaleza: el sol y el agua de lluvia. El sol lo utilizaremos para generar energía eléctrica mediante la compra de paneles solares y el agua de lluvia lo reutilizaremos para los huertos, es decir, para regar los suelos, producir y autosustentarnos con nuestros propios alimentos”.
Esta idea fue el resultado de una intención que nació desde la propia voluntad de los alumnos, pero que encontró un apoyo fundamental en sus docentes para acompañarlos en su elaboración hasta la recta final de la competencia. Así lo define Keyla: “Ellos nos inspiraron. Nuestra directora nos ha tomado en cuenta e incentivado”.
Los alumnos perciben los cambios en el clima y las problemáticas que afectan a su región. El proyecto es resultado de un contexto particular. “Vimos la necesidad que tenía nuestro ambiente. En la comunidad boliviana de San Juan llueve mucho y es muy alta la intensidad del sol”. Por eso, su puesta en práctica tendrá un impacto que va más allá de un premio: “No podemos dañar al ambiente. A través de este proyecto buscamos mostrar que nosotros somos los pioneros en armar una idea y hacerla realidad”.
En esa búsqueda por generar un impacto mayor, el proyecto no culmina con el grupo de estudiantes ganadores, sino que tiene su propia sustentabilidad en el tiempo. “Lo que se contempla en el proyecto es que la unidad educativa incorpore la materia de Energías Renovables, para que los estudiantes tengan conocimiento sobre cómo utilizar los elementos de la naturaleza con un fin sustentable”, explica la joven estudiante.
La Unidad Educativa Sagrado Corazón 4 recibirá US$100.000 para poner en marcha su idea, en el marco de un proceso de control, asesoramiento y apoyo por parte de los organizadores de la competencia. Keyla se muestra contundente a la hora de invitar a otros alumnos, como vos, a participar: “Nosotros mismos debemos ser los actores principales en dar una idea y así poder realizarla para que nuestros sueños se hagan realidad, para que las futuras generaciones aprovechen el ambiente”.
¿QUÉ PODÉS HACER VOS DESDE TU AULA?
– Proponer a tu docente dedicarle un tiempo a la semana a conversar sobre la temática del ambiente en su escuela.
– Identificar los principales problemas de impacto ambiental que hay en la institución: ¿se generan muchos residuos o no se separan correctamente? ¿Se dejan encendidas las luces de las aulas durante los recreos?
– Pensar en conjunto ideas sencillas y prácticas que puedan dar respuesta a esas problemáticas.
– Compartir las acciones con otros cursos para que se sumen.
– Contactar a organizaciones que trabajan en educación ambiental para recibir información y asesoramiento.
– No tener miedo a soñar con una escuela “más verde”. Pensar grandes idea y aprovechar oportunidades como este premio de reconocimiento internacional.
Ya está abierta la inscripción para la nueva edición del Premio Zayed. Pensá una idea que haga uso de las energías renovables y genere un impacto positivo en el ambiente de tu escuela y no dudes en presentarte. Más información en www.zayedfutureenergyprize.com