Cambiar de rumbo y vivir de lo que amás
¿Cómo encontró su vocación Max Pell? Max Pell se recibió como licenciado en Ciencias Empresariales y reconoce que la carrera le apasionaba cuando la eligió. Pero luego de trabajar en varias empresas con el tiempo descubrió que había “algo” que le faltaba. Ese “algo”era la fotografía: desde que se compró su primera cámara digital encontró […]
¿Cómo encontró su vocación Max Pell?
Max Pell se recibió como licenciado en Ciencias Empresariales y reconoce que la carrera le apasionaba cuando la eligió. Pero luego de trabajar en varias empresas con el tiempo descubrió que había “algo” que le faltaba. Ese “algo”era la fotografía: desde que se compró su primera cámara digital encontró su vocación plena. Hoy vive gracias a este pasatiempo que pasó a convertirse no solo en su medio de vida, sino también en su filosofía.
por Antonella Orlando – fotos Max Pell
¿Qué significado tiene para vos la fotografía? ¿Cómo la definirías?
La vida son momentos para fotografiar. Capaz es un poco extremista la definición, pero la realidad no está tan lejos. Inconscientemente suelo definir lo interesante de alguna actividad por lo fotografiable que puede llegar a ser. Constantemente estoy sacando fotos, ya sea con alguna cámara, con el celular o simplemente con la mirada. Tener una cámara todo el tiempo conmigo me da una libertad increíble para poder expresarme.
¿Por qué en un primer momento elegiste Ciencias Empresariales? ¿Qué sentimientos sentiste cuando el pasatiempo de la fotografía pasó a ser un “llamado”?
El “llamado” fue mucho después de haber elegido mi carrera universitaria. Si bien de muy chico ya me gustaba jugar con alguna cámara, nunca se me había ocurrido dedicarme a la fotografía. Ya en la secundaria cuando me interioricé en las Ciencias Empresariales realmente me fascinaron. No tenía dudas que eso era lo que quería estudiar. Mi objetivo era trabajar en áreas comerciales de alguna empresa de consumo masivo. En cinco años terminé de cursar la carrera y presenté la tesina al año siguiente. Trabajé en varias empresas desde el 2000, pero no duraba más de tres años, y con el tiempo comprendí qué me pasaba. El primer año de cada trabajo me encantaba porque era todo nuevo y por descubrir. El segundo año me gustaba porque ya tenía algo de experiencia y conocimiento como para hacer los trabajos en forma eficiente. Pero el tercero ya era rutina, perdía toda motivación, terminaba renunciando y buscando otra alternativa. Y ahí fue cuando me compré mi primera cámara digital, porque necesitaba una salida mental a mi trabajo. Desde la primera foto de prueba quedé enamorado. Fue una semillita que germinó por dentro y cada vez se hacía más grande: esperaba el fin de semana para ir a caminar y sacar alguna foto, me fijaba en los diarios las fechas de eventos para ir a fotografiar. Hasta que un día en un grupo de la página Flickr, uno de los integrantes dijo que se iba a casar en mi ciudad. No le gustaban mucho las opciones que había visto, así que preguntó si alguien quería sacarles las fotos. Yo no tenía nada de experiencia ni de equipo. Le comenté claramente mi situación y que me gustaría probar. A él le gustaron mis fotos, aunque no tenía ninguna de eventos, y aceptó que fuese yo el fotógrafo. Fue tanta la descarga de ansiedad que tuve, que por un mes no toqué la cámara. Ahí supe que eso era lo que quería hacer.
¿Qué papel jugaron tu familia y amigos cuando decidiste hacer este cambio?
Tenía una buena carrera universitaria, muy buen currículum, estaba recién casado y quería dejar toda esa estabilidad por una pasión que sentía dentro. Pensaban que estaba loco. En un primer momento, no creo haber tenido mucho apoyo real, y es entendible. La que sí me bancó fue mi esposa. La verdad fue difícil, ya que no tenía nada, ni trabajo, ni sueldo. Para colmo en la fotografía de bodas o eventos se suele contratar con un año de anticipación, seis meses mínimo. Con lo cual sabía que iba a pasar un tiempo hasta que empezara a poder vivir de eso. Le pedí a ella que me diera tres años. Por suerte ese tiempo ya pasó y está yendo todo bien. Los que también me alentaron desde un primer momento fueron los nuevos amigos que me dio la fotografía; los que ya vivían de eso me impulsaron a que me dedicara a lo que me gustaba. Y eso era mucho más fuerte que cualquier otra cosa. Sabía que sí o sí tenía que probar. No podría haber seguido adelante sin saber vivir o no de la fotografía era una opción.
Muchos chicos que están terminando el colegio piensan que de un pasatiempo no se puede vivir, no se puede hacer un trabajo. ¿Qué les dirías?
Claramente sí se puede. Pero hay que tomar conciencia que el pasatiempo tiene que transformarse en un negocio rentable. Sino, tarde o temprano se va a convertir en un problema. Y para lograr eso hay que capacitarse, porque uno mismo es una empresa. A diferencia de cualquier otro negocio, en el caso que tu trabajo sea a partir de un pasatiempo, la pasión que uno siente es una de las claves del éxito y el motor que empuja todo.
¿Por qué te gustan las bodas como momentos para retratar? ¿Qué tienen de especial?
Se suele decir que cuatro de los momentos más importantes en la vida de las personas son el nacimiento, el casamiento, el nacimiento del primer hijo y la muerte. Tener la posibilidad de inmortalizar uno de esos momentos es un privilegio indescriptible y una enorme responsabilidad. Ahí está uno con su cámara tratando de transmitir en una imagen lo que sienten las personas para que el día de mañana ellos, y más que nada sus hijos, puedan revivir eso. Estamos en un momento hermoso con la fotografía digital porque no me puedo imaginar como habrá sido la boda de mi tatarabuelo hace cientos de años. Hoy es posible dejar memorias para las futuras generaciones.
¿Qué valor tienen los recuerdos para vos?
Cuando tenía entre cuatro o cinco años me solía despertar a los gritos en la madrugada. Le decía a mi papá que me agarraba “la cosa”. No era más ni menos que una profunda angustia, pero no sabía el nombre de “eso”. Llegaba a ese punto de desesperación cuando entendía que el tiempo pasaba sin vuelta atrás. Eso me desesperaba. Pero ahora descubrí que de alguna forma se puede detener el tiempo. Se puede volver atrás por medio de los recuerdos, y la fotografía es un disparador para llegar a ese tiempo atrás.
Si tus nietos debieran conocer tu historia a través de una sola foto, ¿cómo te retrataría esa foto? Casi que me la imagino…
Te imaginás bien (risas). La estoy viendo a la foto… sería una con una cámara en el ojo, una sonrisa en la cara, retratando a mis hijas y con mi esposa al lado mío. Mi familia es sin dudas lo más importante de mi vida. Y la fotografía al fin y al cabo es solo una herramienta de comunicación para transmitir ese amor.
Max es el ejemplo de que se puede vivir de un pasatiempo y reflexiona: “Hay que tomar conciencia que el pasatiempo tiene que transformarse en un negocio rentable. Sino, tarde o temprano se va a convertir en un problema. Y para lograr eso hay que capacitarse, porque uno mismo es una empresa. A diferencia de cualquier otro negocio, en el caso que tu trabajo sea a partir de un pasatiempo, la pasión que uno siente es una de las claves del éxito y el motor que empuja todo”.
www.maxpellblog.com