AVENTURAS EN EL ÉTER
¿Cómo eligió su vocación Jason Mayne? Cuando Jason Mayne (27) le cuente a sus nietos todas sus anécdotas, ellos seguramente no le van creer. El joven productor y conductor de Metro 95.1, tiene una historia peculiar para contar y la comparte con todos. Su experiencia puede servirle a muchos para entender que no existe una […]
¿Cómo eligió su vocación Jason Mayne?
Cuando Jason Mayne (27) le cuente a sus nietos todas sus anécdotas, ellos seguramente no le van creer. El joven productor y conductor de Metro 95.1, tiene una historia peculiar para contar y la comparte con todos. Su experiencia puede servirle a muchos para entender que no existe una sola manera de llegar a la vocación y que lo más importante es divertirse en el proceso.
por Antonella Orlando
¿Qué pasó cuando terminaste el secundario? Decidiste tomarte el famoso “año sabático”, temido por muchos…
En el 2006 me recibí de orientación de Humanidades. Pero terminé el colegio y la verdad es que no sabía qué hacer, por más que la radio siempre me había llamado la atención. Entonces, me conseguí un pasaje por millas y me contacté con unos primos sextos en Escocia para que me recibieran y me dejaran quedarme con ellos. No existía Facebook para conectarse, era otra época (risas). Me fui con 250 euros, ganas de trabajar y viajar para conocer otras culturas. Jamás había pasado Brasil y caí en Escocia. Trabajé de todo: desde mozo en un café italiano hasta vender whisky y pasear caballos para un lord escocés que se casó con 90 años. ¡Si hubiera tenido Instagram en ese tiempo! (risas). Era chico y nadie de mi círculo íntimo había hecho nada similar. No tenía consejo de ningún tipo. No sabía ni cómo armar un currículum y estaba el tema del idioma. Me pedían números de referencia y yo mandaba cualquier número de amigos de
Argentina… era el “mentírriculum”. Yo toco la gaita y como había pasado tiempo y no encontraba nada fijo laboralmente, empecé a tocar la gaita a la gorra. Ganaba lo mismo tocando una hora que trabajando seis horas. Entonces, decidí combinar ambas cosas y me quedé viviendo en Edimburgo por seis meses. Después recorrí 22 países durante un año tocando la gaita. Tocando en la calle me pasaron cosas muy locas. Por ejemplo, estuve en el cumpleaños de la mujer con más piercings del mundo.
¿Por qué decidiste volver?
Sabía que algo tenía que estudiar, porque lo académico siempre te abre puertas profesionales y descubrís cosas de vos mismo. Nunca lo puse en duda. Volví con una visión muy naif del mundo universitario, mi vieja me mandó a orientación vocacional y me salió Turismo y Publicidad. Me anoté en Publicidad en la UCES, pero empecé a tener programas en una radio FM de Vicente López que no debe existir más. La radio siempre había acompañado como hobby: cuando era chico grababa casetes presentando canciones y ahora hacía mis propios programas. Me di cuenta que Publicidad no era lo mío, y que en verdad quería estudiar la base de la pirámide comunicacional para luego especializarme. En ese momento, estuvo el drama del cambio de carrera, cuando en realidad si uno mira hacia atrás no pasa nada. Estaba entre Comunicación en la Austral o en la UBA. Sabía que no iba a recibirme nunca en la UBA por el tema de los tiempos y cómo soy yo. Apliqué en una beca para la Austral porque no podía pagarla. Me la otorgaron y la carrera me encantó, tuve muy buenos profesores y mucha práctica.
¿Cómo llegaste a Metro?
Durante mis años en la facultad siempre trabajé para tener mi plata. Los primeros años fui actor publicitario, después llevé turistas a la cancha de Boca. Y el último año empecé a trabajar en la facultad misma, en el sector de ex alumnos. En un momento, me llegó la búsqueda de pasantías de la radio y cerró todo: había entrado a la carrera para hacer radio y había llegado el momento de probar. Tuve cinco reuniones: grupales, individuales, participar en un programa. Tenía claro que debía mostrar mi impronta para que me seleccionaran. Fui un viernes a un programa y el lunes me llamaron para ver si podía empezar ese mismo día de pasante. De una, sin anestesia. Así que durante el último año de la facu, cursaba de nueve de la mañana a una del mediodía, después trabajaba de una a seis en la facu y venía a la radio hasta la una de la mañana como pasante. Fue intenso. Trabajé un año y medio en ese puesto, hasta que me contrataron como productor. Y ahora estoy como coordinador y conductor de los fines de semana.
¿Qué te gusta más: la producción o la conducción?
Me gusta hacer aire. Fue por lo que empecé y estudié. Pero el camino para llegar al aire siempre es la producción. Está bueno porque uno ve la cocina de cómo se hace, vas adquiriendo los tiempos radiales y aprendés cómo funciona ese engranaje silencioso que no se escucha. Cada vez que tengo que explicarle a mi mamá de qué trabaja un productor son como 15 minutos para que entienda (risas).
¿Cómo manejás la presión de la producción?
Al productor siempre le faltan cinco para el peso y es responsable de todo lo que pasa al aire. Los chicos a los que les gusta esta faceta de los medios, deben saber que para avanzar, las características más importantes son: sentido común, curiosidad y ser resolutivo para demostrar seguridad. Uno tiene que ser organizado, estar 20 minutos anticipado a todo lo que pasa en el programa y tener un plan B. Con el tiempo, vas entendiendo qué es contenido periodístico y qué no, qué es una buena nota. Lo más difícil es lidiar con los famosos o personajes públicos. El trabajo de productor muchas veces no depende de vos. Para el lunes elegiste 10 personas y nadie puede ir al programa. Algunas veces te vas maquinado y te cambia el humor. Es la realidad. Pero cuando las cosas salen bien, es lo más.
¿Cuál es tu cable a tierra?
Es buena pregunta, porque terminás viendo todo con ojo de productor… hasta cuando vas por la calle. El diario nunca más lo vas a leer con la misma inocencia. Y es inevitable entrar a Facebook y verlo como un portal de historias. Fuera de la radio, sigo estudiando teatro. Me encanta, es mi isla dentro de la semana: son tres horas donde si el celular suena, no pasa nada. Cuando uno es más chico y piensa en la gente que trabajaba en los medios, se imagina que no tienen vida. Pero la capacidad de cortar la vas adquiriendo con la experiencia. No es el fin del mundo si se cae una nota, no estás manejando un avión. Además, la herramienta no te tiene que comer a vos. No te podés volver obsesivo con Twitter y estar viendo todo lo último que se publicó. Creo que aprendés eso cuando te vas de vacaciones y silenciás todas las notificaciones de mail y grupos de WhatsApp.
¿Cómo calificarías este amor por la radio y por qué te gusta tanto conducir?
La radio es compañía y entretenimiento. Te permite conocer historias de otras personas. Si bien se viene diciendo que la radio no es lo mismo en niveles de audiencia, primero por la televisión, y ahora por Internet, creo que siempre está presente la necesidad de compañía. Los que hoy escuchan radio buscan una opinión sincera. Como consumidores, ahora todos estamos más expuestos a distintos medios todo el tiempo. Podés escuchar la canción de YouTube cuando quieras, y no hace falta esperar a que te la pase la radio. Por eso, creo que en este contexto se vuelve fuerte la figura del comunicador. Vos estás eligiendo a esa persona porque congeniás con ella y te gusta lo que tiene para contarte.