ANDRÉS RIEZNIK: “Los shows de matemagia generan asombro y curiosidad”
Es físico de profesión. Es neurocientífico de formación y práctica. Pero arriba de los escenarios, le gusta presentarse como “matemago”, así de sencillo y extraño como suena. Creativo, elocuaz y alegre, Andrés Rieznik se propone el desafiante objetivo de llevar la comunicación de la ciencia a los distintos públicos con trucos, sorpresa e inteligencia. Una […]
Es físico de profesión. Es neurocientífico de formación y práctica. Pero arriba de los escenarios, le gusta presentarse como “matemago”, así de sencillo y extraño como suena. Creativo, elocuaz y alegre, Andrés Rieznik se propone el desafiante objetivo de llevar la comunicación de la ciencia a los distintos públicos con trucos, sorpresa e inteligencia. Una charla con uno de nuestros oradores 2017 para comprender el detrás de un profesional único.
La gran pregunta que hay que hacerte es: ¿Cómo te presentás vos como profesional?
No tengo una respuesta única. Depende un poco del contexto. Si tuviera que decir una sola palabra, diría físico. Me gusta porque me siento bastante orgulloso. Me encanta la física, creo que es la madre de todas las ciencias. Me encanta la forma que tiene la física de entender el mundo y me parece que, en ese sentido, es uno de los campos del conocimiento que te da más claridad sobre cómo sabemos y cómo conocemos. Pero también a veces me defino como matemago, otras como divulgador científico, otras como investigador.
¿Qué trabajo realizás en el día a día?
Mis dos principales actividades son investigación y comunicación de la ciencia.
¿Sabías de entrada qué querías estudiar física?
Cuando terminé el colegio sabía que quería ser físico. La neurociencia apareció más adelante en mi vida: a partir de los 30 me fui volcando más hacia ella. Pero desde que tengo 16 años, siempre me gustó la ciencia y sabía que quería hacer algo vinculado a ella.
¿Cómo fue el vínculo con la ciencia en el colegio?
Bueno, de hecho alguna vez me llevé física a diciembre (risas). Lo que me llevó a la ciencia fue el ambiente familiar. Tengo un abuelo que fue bastante reconocido y, luego, tanto mi papá como mi mamá son fanáticos de la divulgación científica. A pesar de que separaron cuando yo tenía 12 años -lo que para mí fue un momento re difícil- y que se peleaban mucho, quizás lo único en lo que coincidían era que la ciencia era fascinante. La ciencia era para mí un territorio de paz y tranquilidad en el cual yo podía charlar con mi papá y mi mamá, y sentirme bien en ambos lados.
Considerando esa experiencia, ¿qué le dejarías y qué le cambiarías a los sistemas de estudio actuales en Argentina en relación al desarrollo de la ciencia?
No me animo a contestar eso porque no conozco en detalle. Pero sí puedo decir que mi generación nunca vio teoría de la evolución darwinista en el colegio, y eso es todo un tema. Nosotros salimos de la secundaria sin saber lo que es un grupo de control, un experimento renderizado o un doble ciego. Creo que cualquier persona que sale del secundario debe saber, mínimo, estas tres cosas. Trataría de enfatizar más en el pensamiento crítico y en los métodos de dicho pensamiento, y enfocar más en los modernos avances de la genética y la neurociencia.
Mencionaste que a veces te definís como matemago, ¿por qué combinar la magia con la divulgación científica?
Siempre tuve la fantasía de hacer un show de magia que explique conceptos científicos. Hubo un disparador muy importante que fue cuando vi la charla TED de Arthur Benjamin, que es un “matemagician” o “matemago”, en Inglés. ¡Me encantó! Mezclaba mis dos pasiones: la ciencia y la matemática, la magia y el arte escénico. Me compré el libro donde él explicaba sus técnicas y comencé a aplicarlo. Descubrí que nadie ni en Argentina ni en América Latina en general realizaba este tipo de presentaciones. Lo tomé también como una veta comercial. Luego de seis meses de practicar sus técnicas, estrené la matemagia en un teatro en 2010. Terminó por convertirse en un show entero.
¿Cómo fue el encuentro del año pasado con Arthur en California?
Apenas yo había empezado a practicar, le enviaba videos y él fue muy gentil conmigo. Siempre me estimuló a que siga haciendo esto. Tuve el placer de pasar a visitarlo el año pasado, compartimos tres días yendo a sus distintos shows. Fue un gran gusto ver cómo trabaja, cómo se mueve, cómo realiza sus presentaciones. Más allá de cualquier técnica que haya aprendido, Arthur es una buena persona, es generoso con los demás.
¿Cuál es la reacción del público en tus shows de matemagia?
Generan asombro y curiosidad. Busco que la pasen bien y que se den cuenta que uno puede interesarse por estos temas de una forma divertida, y no sólo a través de una clase solemne.
Y a los jóvenes, ¿cómo los ves hoy con los temas científicos?
Creo que hay una camada de 30 años para abajo que está muy interesada en el conocimiento científico, en entender cómo conocemos el mundo. Y creo que eso es muy saludable. Es una generación interesada por leer autores que antes nadie leía, porque son los autores que hablan sobre la naturaleza humana y sobre la naturaleza de nuestro conocimiento sobre el mundo.
¿Crees que las redes sociales ayudan o dificultan en ese camino?
Las redes sociales son instrumentos, pueden ser de gran valor para la divulgación científica. Pero como todo instrumento, es de doble filo. También está el tema de la agresividad en las redes, el esconderse en el anonimato, el no chequear las fuentes, la propagación de mentiras.
Una de las discusiones que recientemente se dio en redes sociales fue, tras su muerte, cuánto realmente aportó (o no) Stephen Hawkins a la ciencia. ¿Qué opinás?
Los divulgadores científicos fueron históricamente muy criticados por otros científicos. Creo que Hawkins tuvo contribuciones muy importantes en la ciencia y física, pero a muchos les hubiera gustado que se haya pasado toda su vida haciendo eso. Cuando uno comunica ciencia, uno debe dedicar cierto tiempo en ello, el tiempo es finito y pierde cierta capacidad de dedicación a la investigación. Creo que cada ser humano puede elegir cómo vivir su vida de forma plena. No está bueno que alguien se enoje porque vos no hacés toda la ciencia que al otro le gustaría que hagas. Lo malo sería que un divulgador científico se mande la parte diciendo que hizo cosas que no hizo. Pero no creo que éste era el caso de Hawkins.
Justamente en esa importancia de la divulgación científica, ¿cuál es el objetivo detrás de El Gato y la Caja?
Salvo los fundadores que ya tenemos más de 40, el equipo son personas de 30 o menos, muy interesadas en la naturaleza del conocimiento y la naturaleza del mundo en sí mismo. Quieren pasar ese conocimiento y discutirlo, y que sea parte de la cultura. Nuestro objetivo es que en las mesas de los bares, además de hablar de política y de fútbol, también se hable de ciencia.
¿Un mensaje para los lectores?
Por un lado, Tengan mucha paciencia. El éxito se cultiva con mucho tiempo y con mucho amor… tarda. El éxito, no en el sentido con los demás, sino el éxito con uno mismo. Para sentirse bien con lo que uno hace, uno tiene vaivenes en la vida y no es fácil. La vida está llena de obstáculos. Conocer las dificultades que tenés por delante, hace que después las puedas enfrentar mejor.
Por otro lado, no dejen eue su vocación los coma. Está bueno tener una vocación, pero si vos querés ser futbolista y no se te dio, cualquier cosa que hagas si estás rodeado de gente copada, que te cuida y te quiere, lo vas a poder hacer con alegría y felidad. Más importante que descubrir qué es lo que te gusta, es poder hacer cualquier cosa que sea con un grupo de gente que se cuide, se respete, se mime, se quiera. La vocación está sobrevalorada, si a vos no te da para hacer lo que vos querías (como yo que quería ser astronauta), podés encontrar cosas muy copadas para hacer allí donde la vida te de oportunidades. Mientras lo hagas con respeto y rodeado de gente, lo vas a poder hacer con alegría y pasión.
Su experiencia Provocación
El año pasado, Andrés fue uno de los oradores de lujo del evento Experiencia Provocación. Con números, con magia, con ciencia, nos deslumbró a todos y nos hizo, por sobre todo, pensar críticamente. ¿Qué experiencia tuvo él al subirse a ese imponente escenario ante la mirada de muchos de ustedes? “Lo viví con alegría y con interés”, recuerda y explica: “Me encanta estar transmitiendo un poco de mi pasión por la ciencia, el conocimiento científico y el pensamiento crítico”. A diferencia de algunas de sus otras presentaciones, para Andrés, “su experiencia preocupación” tuvo un agregado especial: el público al cual se dirigía, los jóvenes”. “Para mí haber podido estar transmitiéndole todo esto a los más jóvenes fue una alegría más grande”, asegura.
Si no pudiste asistir a la jornada, o si querés volver a revivir el momento, podés encontrar la charla del matemago en www.provocacion.com.ar/videos